La amaba como se ama cuando se ama.
De mi pasión la llama
encendió con el fuego de sus ojos,
y amor eterno la juré de hinojos.
Era feliz (¡oh! ¡quién decir pudiera
siempre soy, nunca era!).
La amaba, ella también. Yo, pobre loco,
fui fiel, ella... tampoco.
Mi llanto apagó el fuego de la fragua-
que ardía en mí, y mi pecho disolvióse
como un terrón de azúcar en el agua.
Su amor era mi vida;
quedó, al perderse aquel, esta perdida,
y me morí.
Resucité, y, hastiado,
quedé al resucitar transfigurado.
No era el yo del siguiente
el yo del día antes,
cosa que, tras un trueno, es consiguiente
suceda a casi todos los amantes.
Desengañado del amor, mi anhelo
en la amistad buscó dulce consuelo
y mi vida partí con fe sincera;
no (digo mal: partí), se la di entera
a un amigo -que lo era me creía...-
Pero un día llegó, ¡terrible día!
le tuve de pesar en la balanza
del interés, y aquel amigo mío
a quien quería yo con tanto exceso
cedió a una onza de peso.
Al sufrir desengaño tan horrible,
sentí pena indecible
y me morí otra vez.
Volví a la vida.
Mi mente fue atraída
por esa meretriz que llaman gloria,
y la seguí; confiando en la victoria,
por ella batallé; la mente mía
un día y otro día
luchó con frenesí... Mi loco anhelo
un desengaño halló, que no un consuelo,
y vi a aquella que virgen yo creía
prostituirme vilmente a la osadía.
Sentí que un dardo agudo
me atravesó. Sufrí dolor de muerte,
y me volví a morir.
Mi extraña suerte
quiso que nueva vida recobrase
y a la ciencia con fe la consagrase.
Midió mi inteligencia,
la inmensidad del cielo de la ciencia,
y allí me hizo encontrar mi suerte ruda
tras de un porqué la duda.
Y en mi espíritu entró, y con vil aliento
emponzoñó del alma el sentimiento
más puro, más divino;
el único que pudo mi destino
salvar de mis tres muertes anteriores.
¡Sí, me volví a morir!
Muerto me creo,
aunque ¡quién sabe si vendrá un deseo
a despertar mi alma mal dormida
ofreciéndola dichas sin medida!
Es fuerza, así lo veo,
morirse muchas veces en la vida.
en medio de tanto ruido y cemento, algunas flores aun salen en los parterres tratando de sobrevivir a la ciudad, tratando de ser ese pedazo de hermosura que le queda a quito antes de las 7 de la mañana. cuando aun cantan los pajaros.
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