abro como si fueran petalos de una flor al salir el sol
uno a uno
los poros de mi piel
trato de alcanzar un instante
el fuego eterno con el que enciendes
y te vuelves humo
te vuelves una nube
nube infinita
pasando de mis pulmones
entrando en mi sangre
convirtiendome en propiedad
sin ponerme limites
para ser territorio
solamente el espacio
espacio de vos
un poco de los dos
solo calor
solo sol
cielo sin nubes
nubes de fuego
tardes tomates
y noches moradas
en medio de tanto ruido y cemento, algunas flores aun salen en los parterres tratando de sobrevivir a la ciudad, tratando de ser ese pedazo de hermosura que le queda a quito antes de las 7 de la mañana. cuando aun cantan los pajaros.
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